Equipo Base de Barcelona

Vivimos una crisis generalizada que afecta a todos los ámbitos de la vida humana. El proyecto de construir un mundo nuevo sin tomar en cuenta al ser humano, y el ejercicio de la violencia como método, han colocado a la humanidad al borde de una catástrofe. Los intereses egoístas y la política mediocre de grupos de mira estrecha, junto con la ignorancia a la que están sometidos amplios sectores de la población agravan y aumentan las proporciones de la crisis.

La actual situación en Cataluña es generada por la cortedad de miras y la resistencia al proceso histórico que comienza a gestarse en esta civilización planetaria en donde la diversidad de posiciones, valoraciones y estilos de vida prevalecerá a pesar de las corrientes centralistas y uniformantes que intentan imponerse.

«Hoy ya estamos viendo que la centralización va generando respuestas secesionistas porque no se respeta la verdadera entidad de pueblos y regiones que podrían converger perfectamente en una federación real de colectividades.»

Internacionalismo, descentralización y diversidad

Los humanistas somos internacionalistas, pero ¿quiere decir esto que en razón de nuestro ecumenismo descalificamos lo regional y lo puntual? ¿Cómo podría descalificarse a alguien porque ama a su pueblo, ama a su tierra, ama a sus costumbres, a su lengua, a su gente, a sus tradiciones? ¿Podríamos colgarles el simple epíteto de “nacionalista” para dejar luego de considerarlo? Porque amar las propias raíces es también ser generoso en la consideración del trabajo y el sufrimiento de las generaciones anteriores. Únicamente ese “nacionalismo” se distorsiona cuando la propia afirmación es en desmedro del reconocimiento de otras colectividades, de otros pueblos.

Hoy ya estamos viendo que la centralización va generando respuestas secesionistas porque no se respeta la verdadera entidad de pueblos y regiones que podrían converger perfectamente en una federación real de colectividades. No vaya a pensarse que el control económico puede hacer milagros. ¿O hay todavía quien cree que para otorgar créditos para el desarrollo habrá primeramente que reformar el Estado, luego la legislación, posteriormente el modo de producción, más adelante las costumbres y hábitos sociales, un tiempo después la vestimenta, el régimen alimenticio, la religión y el pensamiento? Ese absolutismo ingenuo está encontrando dificultades crecientes para imponerse y, como en el caso de las secesiones anotadas más arriba, está contribuyendo a endurecer y radicalizar posiciones en todos los campos.

Ya ha llegado la hora de acometer medidas urgentes, concretas y solidarias con el fin de salvaguardar la vida, garantizando la seguridad y la prosperidad a nuestra generación y generaciones venideras, construyendo un mundo multifacético y afirmando la identidad de cada pueblo, confesión o grupo humano.

Avanzando hacia una democracia directa y real

Hay que ampliar la práctica de la representatividad, potenciando la elección directa de los representantes del pueblo y promover el plebiscito, dándole total relevancia a toda forma de consulta popular. Y deben ser los electores quienes se reserven el derecho de revocar a sus representantes en el caso en que pierdan su confianza o que no cumplan con sus compromisos.

El consenso como método para resolver conflictos es la forma adecuada en lugar de la imposición por la fuerza de la voluntad de la mayoría ya que esa práctica no puede reflejar los intereses ni la voluntad auténtica de numerosos grupos humanos.

«Hay que ampliar la práctica de la representatividad, potenciando la elección directa de los representantes del pueblo y promover el plebiscito»

La ley y el poder

Y a los que estridentemente apelan, como único recurso para ordenar el tema que nos ocupa, el cumplimiento de la ley,  podemos afirmar que las leyes se hicieron para defender los intereses de quienes las imponen, siendo la situación previa de poder la que instala una determinada ley que a su vez legaliza al poder mismo, y es ese poder, siguiendo sus propios intereses, quien se reserva la discrecionalidad en la aplicación de las leyes establecidas como es claro en el no cumplimiento de mandatos constitucionales referidos por ejemplo al derecho al trabajo, vivienda, sanidad o educación.

Por otra parte la legalidad de una desigualdad económica creciente que está dejando sin futuro a multitud de seres humanos o la justificación, o no cuestionamiento, de la legalidad de las guerras son evidencias de la imposición de la ley para la consecución de los intereses del poder que las redacta.

 

La ley y los derechos humanos

Del mismo modo y a un nivel más amplio los Derechos Humanos no tienen la vigencia universal que sería deseable porque no dependen del poder universal del ser humano sino del poder de una parte sobre el todo y si los más elementales reclamos sobre el gobierno del propio cuerpo son pisoteados en todas las latitudes, sólo podemos hablar de aspiraciones que tendrán que convertirse en derechos. Los Derechos Humanos no pertenecen al pasado, están allí en el futuro succionando la intencionalidad, alimentando una lucha que se reaviva en cada nueva violación al destino del hombre. Por esto, todo reclamo que se haga a favor de ellos tiene sentido porque muestra a los poderes actuales que no son omnipotentes y que no tienen controlado el futuro.

Más información sobre la posición del Partido Humanista sobre el Estado y La Nación 

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