Sin Derechos Humanos
la Libertad, la Justicia y el Progreso son un ensueño
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Hace 72 años, el 10 de diciembre, los 58 Estados Miembros de la Asamblea General de Naciones Unidas, aprobaron -con 8 abstenciones- la Declaración Universal de Derechos Humanos. Nutría su espíritu la concepción de la igualdad y universalidad de los derechos humanos superando las diferencias culturales, sin distinción alguna de raza, color, sexo, idioma, religión, opinión política o de cualquier otra índole, origen nacional o social, posición económica, nacimiento o cualquier otra condición. Al día de hoy son 195 los países que la han firmado.

¿Cuál ha sido la evolución, desde entonces, en lo que hace a su cumplimiento? La violación de los derechos humanos ha sido reiterada, y encuentra justificación, entre otros, en el modelo económico de libre mercado; en la defensa de los derechos humanos, la paz y el humanitarismo; en la justicia y la libertad; en la vigencia de sistemas democráticos de gobierno, etc.

Cuando la Declaración en su art.22 dice: “Toda persona como miembro de la sociedad, tiene derecho a la seguridad social y a obtener, mediante el esfuerzo nacional y la cooperación internacional, habida cuenta de la organización y los recursos de cada Estado, la satisfacción de los derechos económicos, sociales y culturales, indispensables a su dignidad y al libre desarrollo de su personalidad”, nos lleva a la discusión de modelos económicos. Así, con la economía de libre mercado, en la que el Estado es un simple administrador y las empresas privadas se ocupan del desarrollo de sus negocios, es inevitable que los presupuestos para salud, educación y seguridad social sean progresivamente recortados. Y en una segunda etapa, se instala como resolución de esa desprotección, la privatización, que se extiende a todos los campos, quedando en mano de empresas privadas, que en vez de subsanar el problema lo acrecientan pues sólo pueden acceder a ellas quienes puedan pagarlas, o sea un 20% de la población.

Si a esto le agregamos la globalización, la mayor concentración de poder nunca vista en mano de unos pocos y la interdependencia económica vemos que en todos los países el capital atenta contra la concepción universal e igualitaria de los derechos humanos.

Asimismo, observamos que bajo el creciente y peligroso rol militar de Naciones Unidas, en aras de la defensa de los derechos humanos, la paz y el humanitarismo se vienen justificando invasiones armadas en otros países vulnerando la soberanía y autodeterminación de los pueblos. Se han masacrado poblaciones enteras, sumiéndolas en la mayor de las indigencias, saqueando sus recursos – aquellos que hacen al sustento de sus economías y que habilitan su posibilidad de progreso-.

Por ello, las y los humanistas decimos que son los Estados, ante la indiferencia de la comunidad internacional, quienes cometen las mayores violaciones de los derechos humanos y lo hacen en guerras, conflictos armados, represión incontrolada de la sociedad civil y de la disidencia, torturas y malos tratos, detenciones y prisiones arbitrarias, ejecuciones, persecuciones por motivos de raza, nacionalidad, grupos sociales o género.

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Los conflictos armados —las guerras— siguen causando muerte, desplazamiento y sufrimiento en gran escala.

Actualmente tienen lugar numerosos conflictos armados en todo el mundo, incluidos los que implican a partes beligerantes dentro de un solo Estado (conflictos armados no internacionales) y los que implican a fuerzas armadas de dos o más Estados (conflictos armados internacionales). Estos conflictos han perjudicado a millones de personas de muchas formas, entre ellas causando la muerte de civiles y exponiendo a quienes logran sobrevivir a mutilaciones, torturas, violaciones, desaparición forzada y otros abusos graves. Al término de 2019, 79,5 millones de personas en todo el mundo habían sido objeto de desplazamiento forzado a causa de conflictos armados. Es la mayor cifra jamás registrada.

Han pasado tres años desde que alrededor de 740.000 personas de etnia rohinyá huyeron de la campaña de violencia selectiva de las fuerzas armadas myanmaras en el estado de Rajine para dirigirse a los campos de personas refugiadas en Bangladesh. Sin embargo, la población rohinyá que se quedó en Myanmar sigue enfrentándose a múltiples peligros en su vida, y las violaciones de derechos humanos no han cesado.

En el año 2019, en África seguían teniendo lugar algunos de los conflictos de más difícil solución del mundo, y continuaban los conflictos armados en países como Camerún, República Centroafricana, República Democrática del Congo, Malí, Nigeria, Somalia, Sudán y Sudán del Sur. En dichos países y en otros, como Burkina Faso, Chad, Etiopía y Mozambique, los ataques de grupos armados y la violencia entre comunidades se saldaron con personas muertas, desplazadas y heridas.

Mientras que en América el año 2019 estuvo marcado por protestas multitudinarias en toda la región. En muchos países —como Bolivia, Chile, Colombia, Ecuador, Haití, Honduras, Nicaragua y Venezuela— los principales protagonistas de estas movilizaciones fueron los jóvenes, las personas de bajos ingresos y las mujeres. Salvo contadas excepciones, las protestas fueron mayoritariamente pacíficas. No obstante, el año también estuvo marcado por la incapacidad de los Estados de canalizar el descontento de la gente y las reivindicaciones de sus derechos. En vez de ello, las autoridades recurrieron a la represión, el uso excesivo de la fuerza —incluido el uso intencionado de medios letales— y otras violaciones de derechos humanos.

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En 2020 se cumple el 5º año del conflicto en Yemen, una guerra en que la sociedad civil se ve cada vez más afectada, sobre todo a causa del hambre. Yemen continúa siendo la peor crisis humanitaria a escala mundial agravada además por la llegada de la Covid-19.

Por todo ello, para el PH : “Los derechos humanos no tienen la vigencia universal que sería deseable porque no dependen del poder universal del ser humano, sino del poder de una parte sobre el todo”

¨Si los más elementales reclamos sobre el gobierno del propio cuerpo son pisoteados en todas las latitudes, solo podemos hablar de aspiraciones que tendrán que convertirse en derechos. Los derechos humanos no pertenecen al pasado, están allí en el futuro succionando la intencionalidad, alimentando una lucha que se reaviva en cada nueva violación al destino del hombre. Por esto, todo reclamo que se haga a favor de ellos tiene sentido porque muestra a los poderes actuales que no son omnipotentes y que no tienen controlado el futuro.”

“La lucha por el establecimiento de una
nación humana universal es también la lucha,
desde cada cultura, por la vigencia de derechos”.

Silo (1993)

Equipo de Coordinación Internacional
Federación de Partidos Humanistas

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