Asistimos a un proceso cada vez más acelerado de concentración del capital mundial, que además se va desplazando del circuito productivo al especulativo. Es más rentable especular que producir. El capital ha agotado la etapa de libre mercado y comienza a disciplinar a la sociedad para afrontar el caos que él mismo ha producido.
Al mismo tiempo los gobiernos bajan los impuestos al capital, sobreviven gracias al crédito y rebajan los gastos sociales.
Los trabajadores por su parte, dado el crecimiento del paro, se ven obligados a aceptar un deterioro paulatino de sus condiciones de trabajo: menos sueldo, más horas, etc. Por otra parte, la fragmentación social y el individualismo producen una enorme masa de individuos aislados con dificultades para actuar en conjunto y cambiar la dirección de las cosas.
En este cuadro de situación, entendemos que el sistema no puede encontrar la solución en sí mismo. Todas las medidas que toman los gobiernos son absorbidas y acaban acelerando el proceso. Pensamos que es necesario poner en marcha un nuevo sistema económico.
Debemos entender que se nos engaña cuando se nos quiere hacer creer que todo funciona gracias al capital. Todo funciona porque la gente hace que funcione. Es la gente la que mueve la agricultura, la industria y el comercio, es la gente la que fabrica los productos y ofrece los servicios y además, todo esto se hace porque la gente usa esos productos y esos servicios, y es absurdo que una pequeñísima minoría se apropie de la mayor parte de los beneficios de ese circuito. Así es que nuestras propuestas irán dirigidas a que los trabajadores-consumidores se organicen y se opongan no-violentamente a la violencia económica, creando un nuevo tejido económico sin colaboración del capital especulador.
Entretanto, consideramos muy urgente que los gobiernos cambien su dirección. Debe modificarse la política tributaria de manera que paguen más los que más ganan, ya que tienen esas ganancias gracias al concurso de toda la sociedad que trabaja y consume, mueve esas industrias y produce esas ganancias. Deben de interrumpirse los recortes en los servicios públicos, los cuales se pagarán con lo recaudado en impuestos y no con una deuda pública que no hace sino desviar recursos a la banca. A más deuda, menos libertad.
Por supuesto sabemos que esto será consecuencia de un cambio mucho más profundo en la conciencia de la gente; un cambio de valores y de comportamientos. Un cambio político, cultural, social y personal.