Donald Trump ha cumplido la promesa hecha durante su campaña electoral y poco después de ocupar la presidencia de Estados Unidos ya ha dado indicaciones para la construcción de un muro en la frontera con México (con la intención, además, de que sean los mexicanos quienes corran con los gastos). Igualmente han comenzado las primeras detenciones de inmigrantes en los aeropuertos de Estados Unidos y afirma que no recibirá más refugiados. Ambas medidas están en una clara dirección antihumanista, aunque no deberían sorprender viniendo de un político que en su breve carrera ha tenido continuos gestos racistas, misóginos y homófobos, además de conquistar el voto a golpe de bravuconadas (“bombardearé la mierda del ISIS”, dijo en noviembre de 2015).

Los humanistas llevamos tiempo advirtiendo que la deriva hacia nuevos fundamentalismos e irracionalismos de las sociedades occidentales no es algo que ocurrió en el pasado, sino una posibilidad futura. La llegada de Trump al poder, así como otros acontecimientos en distintos lugares del planeta, demuestran que este riesgo es ya una realidad. Frente a la falta de futuro, el miedo y la desesperanza, las poblaciones buscan un referente fuerte que les saque de su contradicción y su sinsentido, pero los actuales modelos que se erigen como representantes de esa “fuerza” lo hacen desde la confrontación. Y no será así que los pueblos puedan avanzar hacia la reconciliación y el surgimiento de la primera Nación Humana Universal.

«Una Nación Humana Universal se alcanzará recuperando las mejores aspiraciones de nuestros antepasados»

Esta imagen de una Nación Humana Universal se alcanzará recuperando las mejores aspiraciones de nuestros antepasados, que se representan en un futuro solidario y no violento, donde los pueblos lleguen a la paz y el entendimiento. La primera civilización planetaria donde el ser humano y su desarrollo interno, social y cultural sean el verdadero motor de la política.

Donald Trump no es más que la representación del voto de millones de personas que han decidido que los antivalores que representa, y la violencia que enseñorea, sean el timón de sus vidas. Mal rumbo va a tener un pueblo que desde los espacios de la intolerancia y del despotismo intente imponer sus formas e intereses al resto del planeta. Por otro lado, los mismos que ahora se dicen horrorizados por las políticas de Trump colaboraron en su ascenso al poder desde los medios de comunicación, colocando al millonario como ejemplo del hombre triunfador (con su propio programa de televisión incluido). Desde Europa, mientras tanto, en un ejercicio de cinismo insólito, se critica la construcción de un muro en la frontera mexicana al tiempo que se mantienen las vallas en Melilla o se impide con métodos inhumanos el paso de inmigrantes que huyen de las guerras y las miserias. Ni una palabra de autocrítica ha salido de los labios de los dirigentes mundiales, responsables de la deriva violenta de este mundo, conchabados como están con la ambición de las grandes multinacionales.    

«Mal rumbo va a tener un pueblo que desde los espacios de la intolerancia y del despotismo intente imponer sus formas e intereses al resto del planeta»

Afortunadamente, las mujeres, los inmigrantes y muchos jóvenes de EE.UU han decidido marchar contra lo que representa su nuevo presidente. Pero sobre todo han decidido marchar para defender sus más profundas aspiraciones, para dar señal al mundo de que existe otra América, y que se niegan a someterse a un orden mundial violento y discriminatorio, que pretende amedrentar a todos aquellos seres humanos que aspiran a nuevo mundo.

Nosotros aspiramos a que como comentaba el anterior presidente de EE.UU esta etapa de la historia de América represente una coma y no un punto, que sirva de revulsivo para que todas las minorías de ese país comiencen a sentir en su interior el nacimiento de una Nación Humana Universal. Será desde ahí desde donde surjan nuevas organizaciones y nuevas formas de lucha no-violenta, y serán las nuevas generaciones las que tendrán un rol vital en estos acontecimientos.

«Afortunadamente, las mujeres, los inmigrantes y muchos jóvenes de EE.UU han decidido marchar contra lo que representa su nuevo presidente»


En el interior de cada uno de nosotros se debatirá la lucha entre el humanismo y el antihumanismo y será desde esa íntima decisión, desde esa íntima rebelión, que se construyan las bases de un nuevo futuro para todos los seres humanos.

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