Ante la espiral irracional en que ha entrado desde hace un tiempo la disputa por el derecho a realizar un referéndum el próximo 1 de octubre que llevaría a la posible independencia de Cataluña del Estado español, el Partido Humanista quiere expresar en primer lugar su más firme rechazo a la utilización de cualquier tipo de violencia, provenga esta de instituciones, partidos políticos, organizaciones o individuos.

Rota en estos momentos toda posibilidad de diálogo, unos y otros se acusan de traicionar la democracia. El gobierno español, en un alarde de torpeza y brutal autoritarismo, amenaza con las fuerzas de seguridad del estado. De hecho expertos de la ONU han declarado hace pocos días que “las medidas que estamos presenciando son preocupantes porque parecen violar derechos individuales fundamentales, limitando el flujo de información pública y la posibilidad de un debate abierto”.

«El Partido Humanista quiere expresar su más firme rechazo a la utilización de cualquier tipo de violencia, provenga esta de instituciones, partidos políticos, organizaciones o individuos.»

Por otro lado el gobierno catalán, enredado en su propio laberinto, ha emprendido una huida hacia adelante que ni ellos mismos saben hacia dónde les conducirá. En medio, como es habitual, quedan las personas, atrapadas en una incoherencia ruidosa que no permite una mínima reflexión sobre lo que está sucediendo.

Y en ese ambiente de ruido y confusión desde el Partido Humanista suscribimos lo que recientemente ha recomendado la ONU: “instamos a todas las partes a ejercer la mayor moderación y a evitar actos violentos de cualquier tipo en el contexto de las protestas pacíficas que se den en los próximos días”.

“La ONU: instamos a todas las partes a ejercer la mayor moderación y a evitar actos violentos de cualquier tipo en el contexto de las protestas pacíficas que se den en los próximos días”

El derecho a decidir y la democracia real

Los humanistas siempre hemos defendido y seguiremos haciéndolo, el derecho de los pueblos a decidir su futuro. Nada se le puede reprochar a los catalanes que desean votar para elegir si se independizan del Estado español, y construir su propio proyecto. Y será el pueblo catalán y sus fuerzas sociales las que decidan qué modelo de estado configuren. Esperamos, si es el caso, que sea una forma de convivencia que fomente la participación directa de los ciudadanos en todos niveles y el reparto efectivo de la riqueza. Y no olvidamos que parte de las fuerzas que hoy priorizan el referéndum históricamente no han fomentado estas políticas.

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This handout picture released on September 11, 2017 by the Assemblea Nacional Catalana (Catalan National Assembly) shows an aerial view of people carrying a giant banner depicting a ballot box and reading in Catalan «Referendum is democracy» during a pro-independence demonstration, on September 11, 2017 in Barcelona during the National Day of Catalonia, the «Diada.» Hundreds of thousands of Catalans were expected to rally to demand their region break away from Spain, in a show of strength three weeks ahead of a secession referendum banned by Madrid. The protest coincides with Catalonia’s national day, the «Diada,» which commemorates the fall of Barcelona in the War of the Spanish Succession in 1714 and the region’s subsequent loss of institutions and freedoms. / AFP PHOTO / ASSEMBLEA NACIONAL CATALANA / ROSER VILALLONGA / RESTRICTED TO EDITORIAL USE – MANDATORY CREDIT «AFP PHOTO/ ROSER VILALLONGA/ HANDOUT ASSEMBLEA NACIONAL CATALANA» – NO MARKETING NO ADVERTISING CAMPAIGNS – DISTRIBUTED AS A SERVICE TO CLIENTS

Un nuevo contexto: La Nación Humana Universal

En el fondo, necesitamos una nueva óptica para entender el problema en su raiz, y así convertir este aparente conflicto en una nueva oportunidad. Recurrimos aquí a lo que escribió Silo en su libro El Paisaje Humano: “una nación puede existir a lo largo de milenios sin estar regida por un mismo gobierno, sin estar incluida en un mismo territorio y sin ser reconocida jurídicamente por ningún Estado. Lo que define a una nación es el reconocimiento mutuo que establecen entre sí las personas que se identifican con similares valores y que aspiran a un futuro común y ello no tiene que ver ni con la raza, ni con la lengua, ni con la historia entendida como una “larga duración que arranca en un pasado mítico”. Una nación puede formarse hoy, puede crecer hacia el futuro o fracasar mañana y puede también incorporar a otros conjuntos a su proyecto”.

Y eso es lo que nos falta hoy: el reconocimiento mutuo, la identificación con similares valores, y la aspiración a un futuro común. Para los humanistas la óptica necesaria para buscar una solución a este y otros conflictos de reconfiguración de los actuales estados nacionales tiene que ver con un nuevo contexto, y una ancestral aspiración de nuestra especie, la Nación Humana Universal.

«Y eso es lo que nos falta hoy: el reconocimiento mutuo, la identificación con similares valores, y la aspiración a un futuro común.»

Una nueva nación donde se entienda que esas raíces comunes, ese sentimiento de pertenencia y ese reconocimiento a los que nos precedieron tiene una dimensión planetaria. La forma organizativa que nos demos entonces estará también orientada por la no violencia.

Las nuevas generaciones y la no-violencia

Esa imagen está allí, en el futuro, conectando con lo mejor de nosotros para guiar nuestras acciones. Y será una nueva generación, una generación que supere la actual dialéctica que lleva a posturas irreconciliables, la que con una nueva sensibilidad no-violenta comience a construir un nuevo mundo y a regenerar los lazos entre los pueblos.

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