Los partidos políticos tradicionales son de mentira. Sólo se preocupan por mantener un sistema que les alimenta. Los grandes partidos, impulsados por los capitales a los que amparan y los medios de comunicación, tratan de controlar cada vez más el sistema electoral, imponiendo leyes restrictivas para la participación política y tratando de asentar un bipartidismo inmovilista, dentro del juego de la Democracia Formal.

Así las cosas, la gente de la calle, vive de espaldas a los políticos. La gente habla y siente unas cosas y los políticos hablan de otras, haciendo caso omiso a la expresión de la gente. Los índices de abstención aumentan y el debate de la cosa pública queda reducido a un mero espectáculo para la televisión.

Entendemos que la raíz del conflicto es un sistema violento que presiona y que impone una escala de valores que ha llegado a degradar toda acción y conducta “social” que no genere beneficios económicos. La desconexión del ser humano de los demás y de si mismo. El individualismo en todos los ámbitos del ser humano.

Nuestro interés es el de Humanizar el campo de la política, entendiendo lo político como un modo de comunicación y de expresión cuya fuerza reside en la base, en los barrios, en las universidades, los centros de trabajo y los hogares. Para ello es necesario dar una mayor participación a los ciudadanos en las decisiones que más les afectan.

Para empezar, los humanistas promovemos la práctica de la Democracia Real, facilitando la participación con consultas populares vinculantes para cuestiones de relevancia. Así como, la activación de Leyes de Responsabilidad Política, mediante las cuales todo aquel que no cumpla con lo prometido a sus electores pueda ser destituido y enjuiciado, en caso de grave perjuicio o mala intención.

Para devolver la política a la base hay que dirigirse a un sentimiento profundo de la gente, que ya está tomando conciencia y siente que este sistema no tiene arreglo.

 

 

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