En los últimos años se ha ido acelerando la comunicación y la interconexión mundial, y ciertos aspectos de tal fenómeno se han definido como “globalización”. Pero los humanistas, que somos internacionalistas y aspiramos a un mundo múltiple y diverso, vemos en tal “globalización” los signos del antihumanismo. Porque ocurre que el poder económico mundial ha pretendido manejar dicho proceso de acuerdo a sus intereses, creando un Paraestado tanto en los niveles nacionales como a nivel mundial.

Ese Paraestado opera dentro de los límites de los países comprando o chantajeando a los gobiernos, y manipulando la opinión pública mediante el control de los medios de comunicación masiva. Y también opera internacionalmente, teniendo a su servicio a organismos económicos como el FMI, el Banco Mundial y la OMC; creando tribunales internacionales a su medida como es el caso del CIADI; utilizando como gendarmes del mundo a los ejércitos de USA y la OTAN; y cubriendo todas sus fechorías bajo un manto de legalidad al tener el control de las decisiones de las Naciones Unidas.

Propuestas

Las Humanistas aspiramos a una nación humana universal, en la que convergerá creativamente la enorme diversidad humana de etnias, lenguas y costumbres, de localidades, regiones y autonomías, de ideas y aspiraciones, de creencias, ateísmo y religiosidad.

Dentro de nuestras propuestas de ámbito mundial resaltamos por su urgencia la tarea de alertar, generar conciencia en toda la humanidad y reclamar el Desarme nuclear total, el retiro inmediato de las tropas invasoras de los territorios ocupados, la reducción progresiva y proporcional del armamento convencional, la firma de tratados de no agresión entre países y la renuncia de los gobiernos a utilizar las guerras como medio para resolver conflictos.

Asimismo, el Partido Humanista denuncia la catástrofe ecológica y a sus promotores: el gran capital y la cadena de industrias y empresas destructivas, parientes próximas del complejo militar-industrial.

No hay otra salida que revolucionar el sistema, abriéndolo a la diversidad de las necesidades y aspiraciones humanas y establecer unas relaciones sociales cuyo valor central sea el ser humano.

En ese sentido, destacamos el surgimiento de una nueva sensibilidad que se corresponde con los nuevos tiempos. Es una sensibilidad que capta al mundo como una globalidad y que advierte que las dificultades de las personas en cualquier lugar terminan implicando a otras aunque se encuentren a mucha distancia. También están surgiendo nuevos criterios de acción al comprenderse la globalidad de muchos problemas y que no habrá progreso si no es de todos y para todos.

Planteadas las cosas en esos términos, la posibilidad de una revolución, no violenta, adquiere una grandeza inusitada y una proyección que no pudo tener en épocas anteriores.

 

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